Se encontraban tres soldados en la enfermería del cuartel, cuando entra por la puerta el General. Los tres soldados se ponen de pie de inmediato y saludan militarmente al General. El General les contesta el saludo y se acerca con uno de los soldados.– ¡Cabo!
– Dígame, mi General.
– ¿Por qué razón vino a la enfermería?
– Porque tengo hemorroides, mi General.
– Bien. ¿Y cuál es el tratamiento?
– Pinceladas de yodo, mi General.
– Muy bien. ¿Y le duele?
– Si, mi General… ¡pero me aguanto!
– Eso es, soldado. ¿Y qué es lo que más quiere en la vida?
– ¡Morir por la Patria, mi General!
– ¡Bravo, soldado! Siéntese.Se dirige después con el segundo soldado:– Cabo, y usted ¿de qué padece?
– Tengo hemorroides, mi General.
– ¿Y qué tratamiento le están dando?
– Pinceladas de yodo, mi General.
– ¿Y le duele, cabo?
– Si, mi General… ¡pero me aguanto!
– Muy bien, como los hombres. ¿Y qué es lo que más quiere en la vida, soldado?
– ¡Morir por la Patria, mi General!
– ¡Muy bien, soldado, siéntese!Finalmente, llega con el tercer soldado:– Cabo, ¿usted también tiene hemorroides?
– No, mi General.
– Entonces ¿por qué vino?
– Porque tengo fuego labial, mi General.
– ¿Y cuál es el tratamiento?
– Pinceladas de yodo, mi General.
– ¿Y le duele, soldado?
– Si, mi General… ¡pero me aguanto!
– Muy bien. ¿Y qué es lo que más quiere en la vida, soldado?
– ¡Un pincel para mí sólo, mi General!
Archive for noviembre, 2005
que en la sabana florea,
le doy aroma al que pasa
y espino al que me menea."
Llega un tipo al cine, de esos gandallas que nada más van a ver si consiguen movida o de menos un fajecito espontáneo. La película ya había empezado y la sala estaba casi a oscuras; solamente se podían ver las siluetas de las personas en contra de la luz de la pantalla.El tipo empieza a revisar las butacas para detectar a su presa, cuando de pronto, en una zona del cine casi vacía, se encuentra con una silueta que mostraba unas trenzas largas y bien definidas. "De ahí soy", se dijo para sus adentros, y pronto se acercó a la silueta.Se sentó en una de las butacas de al lado. Con la poca luz alcanza a distinguir que esa misteriosa persona usaba además una falda de gamuza que le llegaba hasta medio muslo (un muslo bien torneado, por cierto). "Ya la hice" pensó el individuo, "esta trenzuda es medio hippiosa, esas se animan a todo."El tipo esperó algunos minutos y, de pronto, coloca su mano en la rodilla de su acompañante. No hubo reacción. Unos segundos después, el barbaján comienza a mover su mano a lo largo del muslo, acariciándolo. Ninguna reacción. "Ya estuvo, esta no se me va viva", piensa el fulano, mientras seguía moviendo su mano, ya por debajo de la falda de gamuza.Estaba a punto de llegar a la entrepierna, cuando de pronto escucha a su lado una voz profunda, ronca y varonil: "¡Si cara pálida agarrar pajarito, Caballo Loco partir hocico!".
Banamex – llegamos al banco y tomamos nuestro número. En mi opinión, Banamex tiene uno de los mejores sistemas de espera en la fila: el cliente toma un número y espera su turno cómodamente sentado en las sillas que el banco tiene para ese fin. Tomamos el 502, y el número actual era el 460. Mi esposa sugirió que hiciéramos otras cosas mientras nos tocaba nuestro turno, pero notamos que la "fila" avanzaba muy rápido, gracias a que había 5 cajas abiertas y a que se estaban brincando muchos números (seguramente de personas que pensaron lo mismo que mi esposa, se salieron del banco y perdieron su turno). En menos de 5 minutos nos tocó nuestro turno. La transacción bancaria fue muy rápida y sin ningún problema. El dinero estuvo disponible en la otra cuenta de manera inmediata. Tiempo total: aproximadamente 5 minutos.Por su sistema de espera y la velocidad y efectividad en la transacción, les pongo un ¡10! (muy a mi pesar porque este banco me cae gordo, pero nos atendieron bien).Banorte – Yo siempre he tenido experiencias relativamente buenas con el servicio de Banorte. Llegamos a la sucursal y la fila era tan larga que salía de la puerta. Esta es una fila tradicional, sin sillas, sin números, sin nada. Viendo la situación, mi esposa decidió irse a formar al HSBC para ganar tiempo.Sin embargo, la fila avanzó a buen ritmo, a pesar de que solamente había tres cajas. En aproximadamente 10 minutos llegué a una de las cajas. Le comenté a la cajera que necesitaba hacer una transferencia entre cuentas, y me dijo que eso no lo podía hacer en esa caja, que tenía que pasar a alguna de las otras dos (¿por qué las cajas son diferentes y no se pueden hacer las mismas operaciones en todas? ¿Y cómo puede uno saberlo?). Lo bueno es que la gente del rancho es comprensiva y me respetaron mi lugar en la fila (en otros lugares me ha tocado ver que, en una situación similar, la gente se molesta e incluso han querido mandarme al final de la fila). Ya en la caja correspondiente, no tuve ningún problema para la transferencia. Tiempo total: alrededor de 12 minutos.Como tuve que hacer fila, y además no pude hacer la transferencia en cualquier caja, le bajo puntos y le doy un ¡8!HSBC – OK, la competencia se decidió aquí. Llegué al banco esperando encontrar a mi esposa afuera o terminando ya la operación. Las sucursales de estos bancos tienen una puerta doble de seguridad, esas donde hay que cerrar una para poder abrir la otra. Es más o menos divertido sentarse y ver cómo algunas personas batallan con estas puertas tratando de entrar o salir de la sucursal. Más divertido aún cuando, después de que logran entrar, con cara de estulticia, comentan "ay, siempre me cuesta trabajo entrar a este banco, ji ji ji". Esto pasa con más frecuencia de lo que debería, tomando en cuenta que en las puertas hay un letrero que claramente explica cómo funcionan las puertas (¡ah, maldita costumbre que tenemos los mexicanos de no leer!)Este banco tenía la fila más corta; pero también era la más lenta. Todavía encontré a mi esposa en la fila (a punto de llegar a la caja); había sólo dos cajas abiertas, y además atendían muy despacio. Mi esposa tuvo que llenar una forma en papel, de esas que se usaban en los bancos hace como 15 años (ya ni nos acordábamos como se llenan). Todavía esperamos como unos 5 minutos más para pasar a la caja. Ahí, le hicieron saber a mi esposa que había llenado la ficha equivocada, pues llenó una ficha de retiro y debería haber llenado una ficha de transferencia (!!!). Mi esposa tuvo que ir entonces por una ficha de transferencia, pero se la tuvo que pedir al gerente de la sucursal porque el cajero no tenía ni tampoco había de esas fichas en la mesa (al parecer las transferencias son operaciones rarísimas y por eso no ponen esas formitas en la mesa donde están las demás).Bueno, "invertimos" otros cinco minutos en llenar la ficha, pero nos encontramos con un problema: mi esposa no conocía el número de su cuenta, solamente tenía a la mano los 16 dígitos de la tarjeta de débito de la cuenta. Dejamos el espacio en blanco y volvimos a la caja, sólo para saber que "ellos no le podían dar el número de cuenta" (a pesar de tener la tarjeta) y que se lo pidiera al gerente. Volvimos entonces con el gerente para que nos diera el número de cuenta, lo cual pudo hacer consultando su computadora (¡yo pensé que no tenían!).Regresó mi esposa a la caja; tres minutos después, volvió con el gerente: al parecer, no tenían registrada su firma en el "sistema" y, por lo tanto, no podían operar la transferencia. Según mi esposa, esto ya le había pasado en otra ocasión. La primer respuesta del gerente fue que "teníamos que ir a la sucursal donde se abrió la cuenta". Mi esposa explicó que la cuenta era de otra ciudad, por lo que "ah, ok, entonces en ese caso no hay problema"… (???)Volvimos a la caja. Todavía fue necesario que el gerente firmara de autorización las copias de los formatos necesarios para la transferencia. La razón por la que se requiere autorización del gerente para una transferencia de un monto tan pequeño entre dos cuentas del mismo banco rebasa mi lógica, pero lo absurdo de este proceso tiene sentido si se compara con lo absurdo del resto de los procesos que acabo de platicar. Finalmente, la transacción se llevó a cabo y pudimos salir del banco (batallando un poco con las puertas de seguridad). Tiempo total: 45 minutos.No es justo darle un cero a este banco; después de todo, la transacción la pudimos hacer y no se perdió dinero directamente en la misma; el personal además siempre se portó amablemente. Pero por sus métodos arcaicos, sus procesos burocráticos y lentos y una ineficiencia que simplemente no se puede justificar en el siglo 21, le doy a este banco un ¡2!
Al consultorio de un médico llega un hombre ya entrado en años (un "adulto en plenitud" como les llamamos ahora). Su paso era lento y su voz temblorosa.– Buenos días, doctor.
– ¡Buenos días, abuelo! ¿En qué le puedo servir?
– ¿Abuelo? ¿Eh? Si ni familiares somos, o a lo mejor soy tu padre, jovencito irrespetuoso, ¿eh? Viejo el más joven de tu casa.
– Disculpe señor, no quería ofenderlo, solamente trataba de ser amable.
– ¿Amable? Vaya a ser amable con su abuela ¿eh? que esa sí es vieja, y ya debe extrañar las amabilidades de los varones, ¿eh?
– Ya señor, por favor discúlpeme. Mejor dígame qué le duele.
– ¿Que qué me duele? A mí no me duele nada, medicucho de a peso, ¿eh? Estoy sano y fuerte como un roble, ¿eh? Yo nada más vengo a una revisión, o como decimos los jovencitos que estamos en la onda, vengo a un "Check-up".
– Ah, muy bien señor. ¿Y de qué quiere que lo revisemos en particular, o desea un chequeo general?
– Mire, yo solamente quiero que me diga, si a mis 89 años, todavía puedo tener hijos, ¿eh? Si todavía puedo engendrar descendencia. Quiero saber si todavía soy fértil…
– ¿En serio? – dice el doctor sin poder disimular su risa
– Mire chamaco zopenco, sépase usted que, a su edad, yo era todo un Casanova, ¿eh? Todas las damiselas hacían fila para disfrutar de mis capacidades de varón, ¿eh? A lo mejor hasta su madre estaba entre esas suripantas que gozaron de mis mieles, ¿eh? Hágame un análisis de semen y déjese de tarugadas.
– Oiga, pero ¿de qué sirve que las balas estén buenas si la pistola ya no sirve?
– Mire, escuincle imberbe, no se haga el chistosito que no me estoy riendo, ¿eh? ¿Qué está insinuando? ¿Eh? Sépase que todavía está como soldado, se levanta al primer cornetazo, ¿eh? A ver si cuando llegue a mi edad, si llega, puede levantar toallas mojadas como le hago yo, ¿eh?
– Está bien, señor. Vamos a hacerle un análisis de esperma – dice el doctor, sacando del cajón de su escritorio un pequeño frasquito de vidrio con su tapadera. – Por favor ponga un poco de esperma en este frasquito, para hacerle un conteo de espermatozoides, y revisar si todavía están sanos.
– ¿Y para qué me da un frasquito tan chiquito, eh? A ver si no se me desborda, ¿eh? ¿Y dónde lo lleno, aquí frente a usted? No me vaya a salir medio rarito, ¿eh?
– No señor, si gusta, pase aquí al baño. Oiga, – le dice el médico, esta vez sacando unas revistas de esparcimiento erótico (unas pornos para los desentendidos) de su escritorio – ¿no necesita ayuda?
– ¿Cómo? ¿Me quieres ayudar? Móndrigo muerdealmohadas, para eso me gustabas, ¿eh? Ya decía yo que esos moditos no eran de gente decente, ¿eh?
– No, señor, yo pensaba prestarle estas revistas para…
– Mejor préstame una hermana, ¿eh? Que esa sí debe saber cómo ayudarme… o de perdida una enfermera, ¿eh? ¿Cómo que unas revistas, eh? ¿Piensas que no tengo imaginación, ni recuerdos, o qué? No cabe duda que estos jóvenes ya no entienden de romanticismo.
– Bueno, señor. Ya lléneme ese frasquito y deje de insultarme.
– No me andes carrereando, ¿eh? Voy a durar un buen rato, para que no te desesperes.
– Si, supongo que esto es lo más parecido a una cita que ha tenido en mucho tiempo. ¿No quiere que le sirvamos una copa de vino al frasquito?
– Mire, jovenzuelo insolente, no le suelto sus catorrazos porque necesito las energías, ¿eh? Pero ahorita saliendo le voy a poner una zurra que le van a doler hasta los zapatos, ¿eh?Por fin el viejo se mete al baño. El doctor se sienta en su escritorio a esperarlo. Pero pasa una hora y el anciano no sale; pasan dos horas y sigue en el baño. Finalmente, a las tres horas, sale el viejo con el rostro desencajado, pálido, con paso tembloroso, con lágrimas en los ojos… y con el frasquito vacío.– ¿Pues qué pasó, señor? – le pregunta con compasión el médico. El viejo lo mira lentamente, con profunda tristeza, y luego baja la mirada y con seriedad le responde:– Mire doctor. Estuve intentando una hora con la mano derecha. Luego, estuve una hora con la mano izquierda. Luego estuve ¡una hora, con las dos manos!……¡Y no pude abrir el maldito frasquito!
- Muro de Berlín – existió de 1961 a 1989. Durante sus 28 años de existencia murieron 192 personas tratando de cruzarlo.
- Frontera México-Estados Unidos – desde 1994 el gobierno norteamericano decide cerrar su frontera y estrechar la vigilancia. Durante poco más de 10 años, han muerto 3,600 personas intentando cruzar la frontera.
- Arturo Montiel
- Cuahtémoc Cárdenas
- Santiago Creel
- Juani Torres Landa
- Ricardo Alaníz
- Jesús Ortega