Hoy es día de la Virgen de Guadalupe, la celebración religiosa más importante de nuestro país. Recuerdo haber escuchado que las congregaciones en La Villa son las segundas en cantidad de fieles en toda la Iglesia Católica (solamente las superan las de algunas festividades en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano).
El domingo asistí a misa (acostumbramos ir los domingos), y noté que la cantidad de asistentes era muy superior a lo normal. Seguramente, muchos de los presentes solamente van a misa cuando es la fiesta de la Guadalupana. Recordé entonces algo que el Papa Juan Pablo II decía: "… en México, el 90% de los mexicanos son católicos, ¡pero el 100% son guadalupanos…!"
Ahora bien, yo nunca me he considerado guadalupano; nada más católico. ¿Por qué? No lo sé. Nunca me inculcaron en mi casa la devoción a la Virgen de Guadalupe. Por eso, tampoco me obligaron a ver las churripelículas que siempre pasan por Televisa (deben recordarlas, esas donde sale Juan Diego de ojo azul, rubio y con cairelitos, y de la Virgen solamente se escucha una voz de locutora de radio, además de que en toda la película se oye de fondo musiquita de lo más empalagosa). Qué bueno, porque si me hubieran obligado a verlas ahora en lugar de indiferencia tendría repulsión hacia esta celebración. Recuerdo en particular una en donde salía una escuincla odiosa que, si no es por intervención milagrosa de la Virgen de Guadalupe, de seguro la ahorcaban el director, el camarógrafo y los maquillistas.
Sin embargo, esta situación me permitió analizar con más objetividad el debate que se llevó a cabo hace algunos años, con motivo de la canonización de San Juan Diego. En ese entonces, había acaloradas discusiones sobre la autenticidad de las apariciones del Tepeyac. Algunos religiosos afirmaban que no había pruebas suficientes de las apariciones de la Virgen y, por lo tanto, era insensato canonizar a un personaje imaginario como Juan Diego. Deben recordar, sobre todo, al Abad de la basílica Guillermo Shulenburg, quien era de los principales opositores a la canonización (pero que sin empacho vivió durante varios años del culto a la Virgen.)
Se entiende que, sin evidencia suficiente, lo más sano era posponer la canonización de Juan Diego, desde el punto de vista meramente práctico. ¿Por qué entonces canonizaron a Juan Diego? Había muchas razones para esto:
- Al canonizar a Juan Diego, se legitimizan las apariciones de la Virgen. La única prueba palpable hasta el momento era el ayate con la imagen de la Guadalupana. Pero unos pocos años antes, se le habían hecho pruebas científicas (por los mismos científicos que afirman que el manto de Turín, la Sábana Santa, es falso) que ponían en duda la autenticidad del ayate milagroso. Y aunque el ayate fuese auténtico, éste solamente sería milagroso por sí mismo, pero no probaría que las apariciones realmente ocurrieron. Juan Diego es pieza clave en este aspecto.
- La canonización de un indígena de cierta forma acallaba un poco los rumores sobre racismo que de una u otra forma se han manifestado contra la Iglesia. Existen casos de indígenas en vías de beatificación, algunos con evidencia más o menos clara, que la Iglesia ha visto con cierta indiferencia.
- Además, existe otro detalle menos "divino": diversas sectas han tenido en los últimos años un avance considerable entre las comunidades indígenas. La canonización fue entonces una forma de detener un poco a estas sectas (ignoro si resultó efectivo el método.)
Veo entonces argumentos válidos en ambas posturas, algunos religiosos, otros no tanto. Para concluir, mi opinión es la siguiente: Tal vez la Virgen no se apareció nunca en el Tepeyac; tal vez Juan Diego sea un personaje de la fantasía; pero estoy convencido de que el culto a la Guadalupana es real, y quien lo dude solamente debe observar a las multitudes que se congregan en la Villa cada 12 de diciembre. No debemos olvidar que esto es un asunto de Fe, y la Fe no requiere de pruebas, solamente de convicciones.
Mira Paquito, a lo mejor me meto en controversias, pero apoyando un poco de lo que dices, comento lo siguiente, un día, platicando con cierta persona conocedora del tema y que no Mexicano, me narro la verdadera historia de la Virgen de Guadalupe, obvio, guardo el comentario personal y solo transcribo lo queel sujeto en cuestion me relato, dice el, que investigando y estudiando los temas de la Madre de los Mexicanos, que un navegante de Hernan Cortez, trajo una replica de la virgen que en su pueblo habia, esta virgen, se encontraba en una cueva, no recuerdo el nombre ni la locacion, si no, pues lo pondria, pero aprovechando esta situación y la poca afluencia de Naturales de esta tierra a las iglesias, a los Frayles (Llamese conquistadores) se les ocurrio inventar una virgen morena, que se le aparecia a un indio de la region y asi, por medio de su misma sangre invocar a mas conacionales a la religion católica. Nada de esto me consta, primero no vivia por esas epocas, segundo, las fuentes citadas por el sujeto extranjero no me me fueron proporcionadas, pero no lo dudo ni tantito el que se hayan aprovechado y hayan manipulado una situacion como esta, que no serira la primera vez, en fin chaval, ahi te dejo esta nota, recordando las fiestas Guadalupanas y el inicio del puente mas largo del mundo! Saludos!
En efecto señor Alex. No creo que lo hayan hecho con la intención de crear un engaño, pero sí de atraer a más fieles y demostrar que sus creencias eran falsas.Otra vertiente interesante del tema lo leí en un libro (creo que en "El Espejo Enterrado" de Carlos Fuentes): al parecer, la fuerza que tiene en nuestro país el culto a los santos se deriva de que, inicialmente, los indígenas aplicaban a los santos las personalidades de los dioses aztecas (para ellos, el monoteísmo no tenía sentido). Existen muchos cultos y ofrendas a los santos que son idénticas a las que se ofrecían a los antiguos dioses aztecas. Con el tiempo, claro, el culto a los santos se adentró en nuestra cultura.Tema polémico sin duda.