Hoy por la tarde el Papa Benedicto XVI llegó al rancho de visita. Seguramente esto será un pandemonium, por lo que ya me estoy preparando con víveres y harta cheve para encerrarme en casa (todavía me falta decidir si voy a recurrir a los jueguitos de Armor Games o a mis películas pirata de Sasha Grey para pasar el rato).
Como era de esperarse, la visita del Pontífice siempre despierta polémica. Por un lado, los fieles llegan de pronto a extremos poco saludables de fanatismo y hacen todo lo posible por estar cerca del Papa (como si eso les limpiara los pecados en automático); por otro lado, tenemos a los «progres» que aprovechan estas oportunidades para sacar sus frustraciones, sus fobias y sus odios en contra de la Iglesia. Hace un par de días, por ejemplo, en Twitter se estableció como TT la frase «Visita del Papa»; usted puede probar y hacer una búsqueda de esas palabras, y se dará cuenta de lo radicales (y poco brillantes) que pueden llegar a ser algunos comentarios… de ambos bandos.
¿Piensa usted que la visita del Papa es realmente una tarugada? ¿Cree usted que es un gasto innecesario y que se viola el estado laico? Yo no estoy de acuerdo, y utilizaré mi blog (después de todo, es MI blog y puedo hacer y decir lo que yo quiera – mientras no viole los términos del contrato con WordPress 😛 ) para discutir algunos de estos puntos. A ver si tengo éxito.
Revisemos primero los argumentos más simplones y más fáciles de refutar:
«La visita del Papa es para ayudar a Josefina Vázquez Mota. ¡Es una estrategia del FECAL y sus secuaces yunquetos de la derecha! Además esos panuchos siempre han estado del lado de la Iglesia… ¡mochos!»
Este argumento asume varias cosas. Primero, que el Papa está siempre disponible para que cualquier gobierno conservador y mocho lo invite en el momento en que se les ocurra y que venga de inmediato. Segundo, que los ciudadanos somos robots sin cerebro tales que, con la visita del Papa, automáticamente iremos a votar ciegamente por el PAN. Tercero, se asume también que el PAN es el único partido que saca provecho de las cuestiones religiosas (ni se les ocurra pensar en la relación que hay entre MORENA y la virgencita de Guadalupe, por favor).
Benedicto es Papa desde el 2005; pasaron 7 años para que se dignara a darse una vueltita y, considerando que México es el país que más católicos tiene después de Brasil, pues la verdad ya se estaba tardando.
Ahora bien, ¿son los gobiernos del PAN los que aprovechan las visitas del Papa? No parece ser así. Juan Pablo II visitó México en 1979 (el presidente era José López Portillo), en 1990 y 1993 (ambas visitas en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari), en 1999 (con Ernesto Zedillo) y en 2002 (durante el gobierno de Vicente Fox). Cuatro visitas papales durante gobiernos priístas y solamente una durante los gobiernos del PAN. Esta será la segunda, y ocurrirá casi terminando el sexenio de Felipe Calderón.
¿Por qué trajeron los priístas al Papa? ¿No que muy laicos? Lo hicieron por una razón muy simple, y lo planteo como pregunta: si usted fuera presidente de un país en donde el 80% de la población practica una religión en particular, ¿no cree que sería buena idea traer de visita a su líder religioso de vez en cuando? Por supuesto, es una magnífica idea. Pero además es un buen negocio, y eso nos lleva al siguiente punto:
«Se está gastando un dineral en traer al Papa. ¡Mejor que usen ese dinero para los tarahumaras o para los pobres! Es un gasto inútil, igual que el de la Estela de Luz. ¡Puros gastos superfluos! ¡Maldito FECAL!»
De acuerdo a algunas fuentes, la visita del Papa costará alrededor de 130 millones de pesos. Una buena lana, es cierto. Pero la derrama económica se estima en poco más de 1,000 millones de pesos (según estos cuates). Si estos datos son correctos, estamos hablando de una inversión que deja un 700% de utilidad… negociazo. Es cierto que la mayoría de los beneficios los recibirán los sectores de turismo, comercio y servicios, pero a fin de cuentas es un beneficio para un sector de la ciudadanía. Por supuesto, esto representa impuestos para el gobierno (tampoco iban a ayudar a los ciudadanos de a gratis, ya los conocemos).
Ahora, solamente para poner las cosas en su dimensión (y para respetar mi naturaleza anti-PRI, ¡cómo no!): si tomamos los 33 mil millones de pesos que «se le extraviaron» a Humberto Moreira, alcanza para pagar más de 250 visitas del Papa (y más de 30 estelas de luz, por si acaso). Digo, por si le quieren reclamar a alguien.
«No es posible que FECAL reciba al Papa. ¡Esta violando el estado laico! ¿Y arrodillarse ante un extranjero? ¡¿Dónde queda nuestra soberanía?!»
Quienes piden que Felipe Calderón no reciba a Benedicto XVI olvidan (o quieren olvidar) que el Papa es un jefe de estado. Si el Presidente se niega a recibir a un jefe de estado, está rompiendo las reglas básicas de la cortesía más elemental; ya ni mencionar las reglas diplomáticas.
Curioso que los que se indignan porque FCH acepta recibir al Papa, son los mismos que se indignaron cuando Fox mandó a un dictador a su casa («comes y te vas, Fidel»).
«Es increíble que cierren las calles de León para que pase Benedicto XVI. ¡Se está violando el derecho de tránsito! ¡Metan a Ratzi a la cárcel!»
Realmente agradezco a los twitteros que escribieron esto. Me proporcionaron valiosos minutos de carcajadas ininterrumpidas. Si el Papa cierra algunas calles por unas horas durante tres días, entonces «¡está violando el derecho de tránsito!». Ah, pero si el Pejeloco cierra Reforma durante meses, «ay, que delicados, ni que estorbara tanto. Además, ¡es por la democracia!» Típica postura izquierdosa: si lo hago yo, soy un demócrata, el fin justifica los medios; si lo haces tú, eres un asqueroso burgués apoyado por «los poderosos».
Aunque no lo crean, muchos twitteros se atrevieron a escribir ese tipo de babosadas.
«La visita del Papa viola el estado laico. Están aprovechando su visita como cortina de humo para enjaretarnos las modificaciones al artículo 24. ¡Quieren regresarnos a la época medieval! ¡Malditos yunquistas del PAN!»
Este sí vale la pena discutirlo: es uno de los argumentos más interesantes que se esgrimen en contra de la visita del Papa. Claro, lo más probable es que los twitteros gritones ni siquiera han leído las modificaciones propuestas al artículo 24, e ignoran que la propuesta de modificación la hizo el PRI y no el PAN.
Veamos primero lo que dice, en su redacción actual, el artículo 24:
Artículo 24 – Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. El congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna. Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria.
Esta es la propuesta de modificación presentada por el diputado José Ricardo López Pescador (del PRI):
Artículo 24 – Todo individuo tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de tener o adoptar, o no tener ni adoptar, la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de ritos, las prácticas, la difusión y la enseñanza; siempre que no constituyan un delito o una falta sancionado por la ley. […] [Se deroga] Sin contravenir lo prescrito en el artículo 3o. de esta Constitución, el Estado respetará la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores legales para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
Este párrafo da mucho para discutir, pero no tiene caso porque hubo cambios importantes. Esta es la propuesta definitiva que generó el Congreso para la modificación al artículo 24:
Artículo 24 – Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de agrado. Esta libertad incluye el derecho a participar individual y colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o faltas penados por la ley. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos de proselitismo y propaganda política. El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna. Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria.
Bien, eso es lo que dice la propuesta de modificación al artículo 24, por la que muchos «progres» se están rasgando las vestiduras. ¿Qué diferencias hay entre esta propuesta y el artículo original?
- Primera diferencia, en lugar de decir «todo hombre es libre…», ahora la ley dice «toda persona tiene derecho…». Este es un cambio de forma políticamente correcto con el único fin de evitar que las feminazis se encabriten.
- Se amplía el término «creencia religiosa» a «convicciones éticas, de conciencia y de religión». Esto supongo que es para incluir doctrinas no establecidas como religión «oficial» y también para posturas como el ateísmo o el agnosticismo. En otras palabras, si alguien quiere creer en el «Maradonismo» o en «la fuerza» de Star Wars, lo puede hacer y la Constitución le protege ese derecho. Por otra parte, se elimina el término «creencia» que, desde cierto enfoque, podría dársele una interpretación despectiva.
- Se agrega un estatuto que prohibe el uso de los actos públicos religiosos para hacer proselitismo político. Es decir, si nuestro estimadísimo obispo Onésimo Zepeda usa el sermón del domingo para pedirnos que votemos por el PAN o que le pintemos violines a AMLOve, se lo puede cargar el payaso.
El resto del artículo modificado conserva lo que se establece en el atrículo 24 vigente, cambiando unas cuantas palabras sin alterar el significado de la frase.
Un aspecto muy interesante a revisar es que, en la redacción aprobada, se eliminó lo que tenía que ver con lo relacionado al derecho que tendrían los padres sobre la educación religiosa y moral de sus hijos. El hecho de que este párrafo se haya eliminado es importante, ya que su existencia permitiría que se aprovechara una fisura legal para modificar los planes de estudio, de forma que se ajusten a «sus propias convicciones». Esto ya sucede en los Estados Unidos, en donde los cristianos fundamentalistas han logrado meter al Creacionismo en las escuelas, a tal grado que en muchas ya ni siquiera se imparten los temas relacionados con la evolución de las especies.
Ahora le pido, estimado lector, que revise la redacción del artículo 24 vigente y de la modificación propuesta por el Congreso. ¿Ve usted, de manera objetiva, alguna amenaza al estado laico? ¿Considera usted que esta ley es un «madruguete» del yunque y de los conservadores panuchos para meternos al catolicismo por las escuelas? Yo, la verdad, no lo veo así; pero tal vez estoy cegado por mi fanatismo religioso, y no descarto encontrarme en el error. Si usted ve algo que yo no percibo, por favor coménteme.
En mi opinión, esta modificación a la ley es positiva. Por un lado, se amplían los derechos al reconocer la libertad de culto a otros esquemas de pensamiento, aunque no sean religiones «oficialmente reconocidas». Además, se plasma en la Constitución la prohibición de utilizar los actos religiosos con fines políticos, algo muy positivo (y necesario en nuestro entorno político). Y el hecho de eliminar el párrafo propuesto sobre los derechos de los padres para decidir sobre la educación de sus hijos es muy bueno.
Entonces, ¿por qué reclaman los «progres»? ¿En dónde se está violando el estado laico? Bueno, eso depende de lo que se entienda por «laico». He ahí el problema: muchos izquierdosos interpretan el término «laico» como «antirreligioso» (o, más precisamente, como «anticatólico»). Esto es un error: al decir «estado laico» estamos hablando de una separación completa entre el Estado y alguna iglesia (la que sea). Pero separación no significa «pleito»; simplemente, se trata de que un gobierno no debe favorecer a una religión o creencia en particular. El estado laico propone, de manera implícita, la libertad del ciudadano para practicar la religión que desee, o ninguna, con la confianza de que el gobierno no se lo impedirá ni tomará represalia de ningún tipo.
Queda claro entonces que los «progres» y los ateos fundamentalistas solamente estarán contentos si el artículo 24 se modifica para que cualquier manifestación religiosa esté prohibida (los primeros, por ir en contra de «FECAL» y su «gobierno yunquista»; los segundos, por su agenda personal). Eso, obviamente, nunca va a suceder. Primero, porque la libertad de culto es un derecho democrático universal que no se puede limitar; segundo, porque nuestros diputados son tontos, pero no tanto como para echarse encima al 90% de la población (porque no sólo hablamos de los católicos: estoy seguro de que la poderosísima comunidad judía de México no estará nada contenta si se aprueba una ley que prohíba el Bar-Mitzvah).
Por cierto, me encontré este artículo en internet. Es una carta escrita por el «Foro Cívico México Laico» (organización seguramente apoyada por ya-sabemos-quienes), en donde advierten que las modificaciones al artículo 24 llevarían a «un Estado Confesional» (lo que sea que eso signifique). Según la carta, el nuevo artículo 24 permitiría que el Gobierno defina cuáles «convicciones éticas» serían aceptables o no. Yo no sé bajo influencia de qué mezcal sacaron esa conclusión, cuando la ley propuesta define explícitamente lo contrario: que cada mexicano puede escoger la convicción ética, de conciencia o de religión que le venga en gana. También hacen mención de que quedarían prohibidas las «convicciones no éticas», lo cual es un burdísimo y absurdo juego de palabras del que ni vale la pena discutir. De todos modos lea el artículo y fórmese su opinión.
«Ratzinger es un vil encubridor de pederastas. ¡Padres guanajuatenses, cuiden a sus niños, no sea que se los lleven estos pica-monaguillos!»
Bueno, aquí la verdad no tengo nada que discutir. Soy de los convencidos de que la Iglesia ha sido muy tibia y, en ciertos casos, hasta cómplice de los sacerdotes pederastas. También creo que esto puede ser resuelto desde el lado del gobierno: simplemente aplicando la ley de forma imparcial y sin proteger a los sacerdotes. Si se encuentra alguno culpable de este delito, que pague su crimen, junto con los altos jerarcas eclesiásticos que los protegan, por encubrimiento o complicidad.